Maternidad y prevención del suicidio: cuando el silencio duele más que las palabras

Hablar de suicidio en la maternidad no es fácil. Incomoda, duele y desafía la imagen idealizada de la “buena madre” que todo lo puede. Pero callarlo sería ignorar una realidad que existe y que necesita ser visibilizada.

En Matriaesencia creemos que ponerle palabras al dolor también es una forma de cuidado. Por eso, en un nuevo episodio de Maternidades sin receta quisimos hablar de la prevención del suicidio materno, un tema profundamente humano que se cruza con la soledad, el aislamiento y los mandatos culturales que tantas veces pesan sobre las mujeres.

La salud mental también es salud materna

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que cerca del 20 % de las mujeres experimentará algún trastorno mental durante el embarazo o el primer año después del parto.
Aun así, la salud mental sigue siendo la gran ausente cuando se habla de cuidado materno.

En muchos países desarrollados, el suicidio materno es la primera causa de muerte en el primer año posparto, como señala la psiquiatra Margaret Oates (2003). En América Latina, las cifras varían entre el 1 % y el 26 % de las muertes maternas, dependiendo del país y de los sistemas de registro.

Estas cifras nos recuerdan que no estamos frente a un hecho aislado, sino a un problema de salud pública que aún se aborda con silencio y estigma.

El peso de los mandatos: la soledad que no se ve

Como psicólogas perinatales, y en nuestra experiencia clínica, es habitual escuchar frases tales como:

“Me siento sola aunque estoy rodeada de gente.”
“No me atrevo a decir lo que pienso porque me van a juzgar.”

La soledad emocional es uno de los mayores factores de riesgo en la maternidad. No hablamos solo de estar físicamente sola, sino de sentirse desconectada, no vista o no comprendida.

A esto se suma el mandato de la “buena madre”: esa idea de que el posparto debe ser un periodo de plenitud, felicidad y gratitud constante. Como señala la psicóloga Andrea Cardemil, vivimos en una “cultura de silencios” que impide a las mujeres expresar su malestar sin miedo al juicio. Y cuando no pueden decirlo, el dolor se multiplica y se hace mucho más intenso.

Factores de riesgo que debemos reconocer

La maternidad es una etapa profundamente sensible, y aunque suele idealizarse, también puede traer consigo momentos de vulnerabilidad emocional. Reconocer los factores de riesgo no busca generar alarma, sino abrir caminos de prevención, acompañamiento y cuidado temprano. Porque cuando identificamos lo que puede poner en riesgo a una madre, también estamos dando el primer paso para protegerla. Algunos de estos factores de riesgo son:

  • Aislamiento social y falta de redes de apoyo.

  • Expectativas irreales sobre la maternidad.

  • Trastornos del ánimo (depresión, ansiedad, psicosis posparto).

  • Antecedentes personales o familiares de salud mental.

  • Falta de acceso a atención psicológica o psiquiátrica.

  • Mandatos culturales que invalidan el malestar materno.

Reconocer estos factores permite una detección temprana y una prevención efectiva. La maternidad, como mencionamos anteriormente, es un proceso profundamente sensible y requiere de redes de acompañamiento que sostengan, no que juzguen.

Consejos para acompañar y acompañarte

Hablar de suicidio materno no solo implica mirar el dolor, sino también reconocer que existen caminos de cuidado, prevención y esperanza. Acompañar a una madre en riesgo —o atravesar personalmente un momento difícil— requiere presencia, escucha y gestos pequeños, pero profundamente humanos.
Estos consejos buscan justamente eso: ofrecer orientaciones prácticas y amorosas para que madres, familias y profesionales puedan convertirse en redes que sostienen y no en silencios que aíslan.

Para mujeres que atraviesan la maternidad:

  • Nombrar el malestar no es debilidad, es valentía.

  • Buscar redes o espacios donde poder hablar sin culpa ni miedo.

  • Pedir ayuda profesional de forma oportuna: psicología o psiquiatría perinatal.

  • Practicar pequeños gestos de autocuidado: escribir, respirar, descansar, pedir contención.

Para familias y entornos cercanos:

  • Escuchar sin minimizar ni juzgar.

  • Preguntar cómo está la madre… y escuchar la respuesta.

  • Estar atentos a señales de alarma: desesperanza, aislamiento, irritabilidad extrema o pensamientos negativos persistentes.

Para profesionales de la salud:

  • Validar las emociones y evitar frases que refuercen el silencio.

  • Mantener una escucha activa y empática ante cualquier señal de sufrimiento.

  • Recordar que cada palabra importa, y una intervención a tiempo puede salvar una vida.

Nombrar el dolor es el primer paso para cuidarse

Reconocer que no se está bien no nos hace menos madres. Nos hace humanas. Como decía Di Bartolo, “la palabra abre espacio para la vida”. Hablar, escribir, pedir ayuda, o simplemente decir “no puedo más” puede ser el inicio de un camino de sanación.

La maternidad necesita redes que sostengan, no silencios que ahoguen.

Si estás atravesando un momento difícil, no estás sola. En Chile puedes comunicarte con Salud Responde (600 360 7777) o la Línea 4141 de Prevención del Suicidio.
Y si nos lees desde otro país, busca los números de ayuda disponibles en tu zona.


Te invitamos a escuchar el episodio completo de “Maternidades sin Receta” en el que conversamos de este tema en el siguiente link.

Un abrazo,

Bárbara y Caro

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